El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es un organismo público descentralizado con autarquía operativa y financiera, que se encuentra bajo la órbita de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía de la Nación. Concentra 56 estaciones experimentales que van, literalmente, de Jujuy a la Antártida. Desde allí se impulsan proyectos para el desarrollo sostenible del sector agropecuario, agroalimentario y agroindustrial. Su actual presidente, Mariano Garmendia, dialogó con Alberto Calvo, de la Fundación COLSECOR, sobre los objetivos de los próximos años y la inversión del gobierno nacional en materia de tecnologías e infraestructura de conectividad para más de 380 zonas rurales productivas. En esta charla, el ingeniero agrónomo cuenta por qué la agenda del cambio climático es una preocupación y un desafío regional. "Hoy tenemos una convivencia muy buena con Brasil y eso es una fortaleza", aseguró.
-Alberto Calvo: ¿Nos podrías describir brevemente la organización territorial del INTA? Si es posible, comentanos también qué cantidad de centros regionales y estaciones experimentales hay actualmente y cómo es el vínculo con los pequeños productores.
- Mariano Garmendia: Tenemos cinco centros de investigación y 15 centros regionales. Los centros de investigación dependen de los institutos de investigación que hacen ciencia más básica. Y después tenemos los centros regionales de los cuales dependen las estaciones experimentales: tenemos 56 estaciones experimentales en todo el país que van desde Jujuy hasta la Antártida Argentina. La última estación experimental que creamos fue Tierra del Fuego, Antártida Argentina e Islas del Atlántico Sur, que era una deuda que teníamos. Ya tenemos dos bases ahí en la Antártida, donde estamos produciendo alimentos. De esas estaciones experimentales dependen las agencias o las oficinas de información técnica, las unidades territoriales que están en cada uno de los pueblos, en cada una de las de las regiones.
Además, contamos con un plantel de 6.500 agentes y más de 2.000 investigadores formados con estudios de posgrado. La verdad es que el recurso humano del INTA -uno no puede dejar de destacarlo- es de primer nivel, por la formación técnica y por el compromiso y la capacidad de trabajo que tiene la institución. Siempre digo que el INTA es hermoso hacia adentro y es mucho más lindo hacia afuera.
En esa organización tenemos, por un lado, los Consejos, que están integrados por productores, por personal del sector científico tecnológico y por los gobiernos locales que ayudan a definir las políticas de trabajo en cada una de las unidades territoriales. Una agencia del INTA, por ejemplo, que se llama Consejo Local Asesor, donde participan las comunidades para la toma de decisiones, decisiones de nuestra política como institución pública para que nuestro trabajo tenga impacto. Es importante ver ese ida y vuelta, y hoy tenemos extensionistas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.
También ejecutamos programas como Cambio Rural o Pro Huerta que permiten integrar la ciencia y la tecnología que se genera en las estaciones experimentales, en los institutos, y que tienen impacto directo en el centro productivo. Esa fortaleza ha hecho que en casi 67 años de historia que tiene esta institución esté muy validada a nivel nacional. Todos estamos muy orgullosos de trabajar en el INTA.
Hoy Argentina cuenta con muchos profesionales a lo largo del país, pero hay lugares donde el INTA es la única institución que está presente. No creo que haya otra institución a nivel nacional que tenga el entramado que tiene el INTA, quizás el Banco Nación, pero con políticas totalmente distintas, lógicamente. Estar en el día a día permite conocer las temperaturas de lo que pasa en el sector, no sólo hablamos de un técnico que está en la Puna, sino también en el espacio periurbano bonaerense trabajando con productores de alimentos.
-Calvo: Es interesante esa experiencia interinstitucional la diversidad de proyectos en distintos lugares de la Argentina. En ese punto, a la salida de la pandemia, y pensando en los desafíos futuros, ¿qué agendas conviven entre el INTA y organizaciones de referencia del llamado campo, del sector cooperativo?
-Garmendia: El INTA cuenta con el Consejo Directivo, el cual presido, que está constituido por cinco representantes del sector privado, tres representantes por el sector público y dos representantes por las universidades (facultades de Agronomía y de Veterinaria). Es decir, al INTA lo pensamos entre todos.
Actualmente, la gran preocupación que tenemos, no solo el INTA sino el país en general, se vincula con el cambio climático. La sequía, por ejemplo, se ha hecho sentir este año, pero es un proceso que ya venía dando señales, y nos tiene que ubicar en una posición de cambio de nuestras estrategias de producción y de generación, entre otras cosas. O sea, desde cómo tenemos que diseñar los caminos a los desagües de la ciudad.
Recientemente estuve en la estación experimental de Paraná, donde hay ensayos de larga duración, ahí el INTA está trabajando hace más de 50 años en lo que es pérdida de suelos, después de cada precipitación se mide la intensidad de pérdida de suelo y en los últimos 10 años es muy, muy importante. Hoy la preocupación por el cambio climático atraviesa todos los proyectos y planes del INTA, y por eso valoramos la incorporación de nuevas estructuras tecnológicas para todo, incluso para difundir estos trabajos que estamos realizando. Nos obliga a repensar cuál es nuestra política de fertilización, de producción de alimentos disponibles, de cercanía.
-Calvo: Interesante esto que planteas, por un lado, la necesidad de trabajar con nuevos paradigmas, todo lo que implica la temática del cuidado ambiental, inserto en una agenda global y, por otro lado, que el INTA como organización de referencia agropecuaria pueda transmitir esta preocupación por el cambio climático con toda su comunidad productiva con la que tiene esta gobernanza plural. Tener una agenda comunicativa es un desafío.
-Garmendia: El desafío también es trabajar con nuestros socios regionales. Hoy presidimos la unión de los institutos de investigación de "los INTA" de Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Argentina, porque tenemos que llegar a las cumbres climáticas con información técnica disponible para las políticas públicas y ayudar a la toma de decisiones. En cada país se harán distintos trabajos, pero de una manera coordinada para que tenga mayor impacto. Si Brasil no trabaja sobre los sistemas de cuencas tendremos efectos en Argentina, por ejemplo. La realidad es que somos de los países que menos contaminamos y las prácticas que tenemos se vinculan con el bajo impacto en la producción de alimentos; eso hay que transmitirlo y por supuesto hay que mejorarlo. No podemos no tener una política de mejora continua porque es lo que nos da la posibilidad de seguir siendo un país fuerte en la producción de alimentos y con capacidad para proveer a una industria que tiene que crecer todavía más. Y todo en el marco de un equilibrio regional importante: hoy tenemos una convivencia muy buena con Brasil y eso es una fortaleza.
-Calvo: Las cooperativas, asociadas a nuestra integración COLSECOR Coop Ltda y a la Fundación COLSECOR desarrollan la conectividad, en general, en pueblos pequeños y medianos de esa Argentina tierra adentro donde sucede también la producción agropecuaria, que es parte del objeto de gobernanza del INTA. Entonces, ¿cómo se está transformando esa productividad agropecuaria en el contexto actual de conectividad, de digitalización?
-Garmendia: Hace poco que lo discutimos en el marco del Consejo Federal Agropecuario, el tema de la conectividad de las comunidades, porque nos preocupa que a pesar de que Argentina es un país que tiene una tasa alta de conectividad, comparado con otros países, tiene baja calidad y en algunos lugares es nula. Para avanzar en los procesos productivos, la conectividad es fundamental y es un derecho. Los procesos de digitalización ayudan a mejorar la productividad, por ejemplo, al diseñar y trabajar los sistemas de alarma temprana.
-Calvo: También es importante disponer de conectividad en el terreno productivo de los campos.
-Garmendia: Sí, pensemos en un ejemplo básico: gran parte de nuestros terneros se mueren en el parto porque el parto es en un monte, cuando podrían tener perfectamente un chip instalado. Entonces, estamos haciendo un trabajo fuerte con el sector público, específicamente con el Ministerio de Economía de Nación y ARSAT y, si todo sale bien, se hará una inversión muy fuerte de conectividad en más de 380 puntos del país para mejorar los estándares productivos. Además, en el INTA estamos en un proceso de cambio de los repositorios digitales, eso también era una deuda que teníamos, y ya hemos comprado equipamiento y esperamos tenerlo instalado para marzo del año que viene. Hay mucha inversión del sector público que hay que apoyar. Hay que apoyarse, también, en redes de integraciones como COLSECOR Coop Ltda que ya están formadas, y ayudarlas a crecer.
Para dar otro ejemplo, pensemos que a partir del 2024 no se va a poder comercializar nada al mercado europeo que no sea a través de un sistema de trazabilidad con información georreferenciada, y nosotros tenemos que tener la capacidad para garantizar ese proceso. Tenemos que prepararnos para esas medidas porque lo que generalmente dicta Europa se expande rápidamente en todo el mercado internacional.
Calvo: Gracias, Mariano. Es fundamental generar una proximidad y un vínculo entre el INTA y la Fundación COLSECOR porque tenemos una agenda de intereses compartidos y el desafío de pensar, en conjunto, la creación de las condiciones de infraestructura de conectividad para la ruralidad productiva.
Garmendia: Un gusto, Alberto. Herramientas como las que generan ustedes son muy importantes porque posibilitan no sólo el acceso, sino que ayudan en la toma de decisiones políticas.