En este marco, el cooperativismo adquiere un rol de especial relevancia social en tanto que sus dinámicas asociativas, arraigadas en lo comunitario, conllevan un profundo compromiso con el ambiente y con los recursos naturales propios de cada territorio en el cual desarrolla sus actividades.
El compromiso con derechos y libertades se traduce también hoy en la urgencia de repensar las prácticas ambientales de personas y organizaciones. El desafío es grande. De acuerdo con lo que revelan las cifras del Monitor Mundial de Residuos Electrónicos 2020 de la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), esta situación se traduce en 50 millones de toneladas de residuos electrónicos anuales a nivel global. La generación de residuos electrónicos aumentó un 49% en nueve años, pasando de 0,9 Mt en 2010 a 1,3 Mt en 2019.
El tratamiento de la basura electrónica, o e-waste (como se conoce en inglés) es un problema que preocupa y demanda de soluciones que impliquen a los actores públicos, privados y a las comunidades.
También lo es la prestación de servicios orientada al máximo aprovechamiento de los recursos disponibles y a la generación de esquemas productivos siempre respetuosos del ambiente y la biodiversidad.
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Nuestro país, como integrante de la Asamblea General de Naciones Unidas, adhiere al consenso de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas planteadas para este primer tercio de siglo. Reconociendo responsabilidades de distinto nivel, así como realidades diferentes entre los países que los suscriben, los ODS conforman una agenda común de promoción del desarrollo sostenible, apoyada en el convencimiento de que las iniciativas para acabar con la pobreza deben ir de la mano de estrategias que favorezcan el crecimiento económico y aborden una serie de necesidades sociales -como la educación, la salud, la protección social y las oportunidades de empleo-, al tiempo que luchan contra el cambio climático y fortalecen las políticas de protección del ambiente.
En este sentido, la agenda 2030 es un hito que nos convoca y moviliza a la acción por un mundo que priorice el buen vivir en tiempos de desarrollo tecnológico acelerado y convergente. En esta línea, el ODS número 12 plantea un modelo de consumo y producción sostenibles, que implica “hacer más y mejores cosas con menos recursos”, incrementando las ganancias netas de bienestar de las actividades económicas mediante la reducción de la utilización de los recursos, la degradación y la contaminación durante todo el ciclo, logrando al mismo tiempo una mejor calidad de vida.
En ese proceso participan diversos actores como las empresas privadas, los consumidores, las personas encargadas de la formulación de políticas públicas, investigadores, científicos, medios de comunicación y organismos no gubernamentales. Las cooperativas son una pieza fundamental para repensar estas políticas en diálogo con las comunidades de las que forman parte activa.
Desde Fundación COLSECOR queremos honrar este día y destacar las similitudes que existen entre los principios y valores del cooperativismo y de la sostenibilidad, los cuales convergen en la asociación, la solidaridad y la ética. Hacemos propios los caminos hacia el uso racional de todo tipo de recursos, con un enfoque multidimensional en la solución de los problemas. Es nuestra decisión apuntalar el desarrollo local, con énfasis en el papel crucial del territorio y la comunidad, al mismo tiempo que conscientes de los límites naturales para el desarrollo, con sentido de equidad y justicia.
Todo ello con principios muy claros como lo son el de la comunicación con sentido social, la participación que promueva pluralidad democrática y el compromiso de arraigo en las comunidades. Allí reside el desafío que asumimos hoy y el propósito que proyectamos al mañana.
“No es que no existan medios para vivir. Tenemos que cambiar los parámetros de nuestra civilización.”
José 'Pepe' Mujica
