Agenda Pública

Ni Una Menos y la violencia económica y patrimonial

La Agenda Pública de la Fundación COLSECOR se enfoca en una de las formas de la violencia de género, la económica y patrimonial, un abuso difícil de identificar por ser invisible y sutil, pero que afecta tanto a mujeres como a sus hijos. Las leyes que están, las que faltan y los datos sobre feminicidio que preocupan.

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agenda-publica-niunamenos Fundación COLSECOR

Este 3 de junio se cumplen 8 años de la histórica movilización de #NiUnaMenos. El repudio social contra la violencia machista alcanzó su máxima expresión ese día del año 2015, tras el femicidio de la adolescente santafesina Chiara Páez. Desde entonces, muchas acciones y estrategias se generaron desde el Estado, pero los números de las víctimas siguen en alza, dando muestra de que aún falta mucho para alcanzar políticas públicas integrales y efectivas contra los femicidios y a favor de la equidad de género.

La Agenda Pública de este mes adhiere a las banderas del colectivo Ni Una Menos y pone el acento en una de las manifestaciones de violencia de género: la "violencia económica y patrimonial", un abuso difícil de identificar por ser invisible y sutil, pero que afecta tanto a las mujeres como a sus hijos.

 

Vale recordar que la gran movilización del 3 de junio de 2015 motivó cambios en el modo de reflexionar sobre la violencia de género: dejó de ser problematizada sólo por el ámbito académico y la militancia feminista para ser parte de la agenda de otros actores de la sociedad civil, como organizaciones barriales y políticas, medios de comunicación, jóvenes que jamás habían marchado y lo hacían por primera vez para denunciar la desprotección en la que se encontraban, por el simple hecho de ser mujeres.

La violencia de género no es sólo física. Puede manifestarse como violencia económica cuando se busca controlar el acceso de las mujeres a los recursos económicos, disminuyendo su capacidad para mantenerse a sí misma, a sus hijos e hijas y sus hábitos de vida previos, y generando dependencia financiera del hombre, lo cual hace más difícil escapar del círculo de abuso.

Hay varias formas de violencia económica contra las mujeres: en el ámbito familiar, son ejemplos el control económico (la exigencia hacia la mujer para que justifique los gastos); sabotear o prohibirles trabajar o ejercer su profesión fuera de la casa; excluirla de las decisiones y ocultarle información, sin que tenga derecho a saber el manejo de esos recursos económicos. En la ruptura, se manifiesta habitualmente cuando se retrasa o evita el pago de la cuota alimentaria. Aunque la Ley de Protección Integral frente a todas las formas de violencia contra las mujeres (Ley N° 26.485) no diferencia entre violencia económica y patrimonial sí establece como parte del maltrato, por razones de género, la perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de los bienes.

En el ámbito público se considera violencia económica y de género la brecha salarial entre hombres y mujeres que ejercen una misma función y cargo, los despidos sin causa frente al embarazo o las diferencias en el acceso al mercado laboral por falta de políticas de cuidado.  En ese punto, uno de los posicionamientos que el colectivo feminista expondrá en el aniversario del Ni Una Menos, este 3 de junio, se vincula con el debate legislativo por las leyes de cuidado, y la necesidad y urgencia de extender la licencia de paternidad y establecer un sistema integral de cuidados.

En la última década se avanzó mucho en leyes y programas impulsados desde el Estado. La Ley 26.485 data del año 2009, y representó un avance en la lucha por la equidad de género en Argentina, ya que estableció la diferencia entre violencia de género y violencia familiar o doméstica, consideradas hasta ese momento como homólogas. Se designó al Consejo Nacional de la Mujer como el encargado de diseñar las políticas públicas para efectivizar la ley, y mantener en función la línea 144 que brinda contención, información y asesoramiento todos los días durante las 24 horas.

Tras el impulso de las movilizaciones del Ni Una Menos, en 2015, se avanzó en el primer Plan Nacional para la Prevención, Asistencia y la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres 2017- 2019 (PNA), una demanda histórica del movimiento feminista. Aún con limitaciones, desde 2019 se cuenta con un dispositivo importante, como es el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad.

Pero sólo con leyes no alcanza. El reclamo de los movimientos feministas en este nuevo aniversario del Ni Una Menos se dirige, también, a la Justicia. En los primeros meses de este 2023 los feminicidios superan el centenar de casos, según el registro que llevan los diversos observatorios de mujeres. Y allí mucho tienen que ver los eslabones judiciales cuando se ignora el hecho de que la violencia machista no surge de un momento al otro, y se suele subestimar denuncias, dejando a las víctimas desprotegidas, o se muestra reticencia por investigar causas como femicidios (CELS, 2016).

En ese punto, desde la Fundación COLSECOR entendemos que las respuestas de la política, la Justicia y las instituciones como la policía tienen que ser integrales y territoriales, como también transparentes en los protocolos de atención a las víctimas. Al mismo tiempo, es importante advertir los riesgos de aquellos discursos que cuestionan y niegan los derechos básicos de la autonomía de las mujeres y diversidades. Institucionalmente, nos concierne fortalecer una mirada social sobre las diferentes formas de maltrato hacia las mujeres y seguir impulsado una agenda con perspectiva de género, sin violencias y más equidad.

Desde la Fundación COLSECOR comprendemos que la violencia económica y patrimonial son hechos signados desde la realidad social. Se puede constatar la evidencia de la desprotección de la vida ante los peligros que emergen en las conductas cotidianas. Preocupa porque debilita el respeto y hace una expoliación del valor de las personas. Hay territorios abandonados en los que el cuidado no se encuentra y no llega a tiempo. Lejos de decrecer, este flagelo se encastra en las prácticas y se esconde para no ser advertido, ni reflexionado, ni solucionado como una urgencia. La paz que no tienen las mujeres nos tiene que perturbar las obediencias acríticas que perviven en la cultura del poder del patriarcado. Las voluntades férreas de Ni Una Menos son lecciones con mensajes para aprender y es en el espacio público de la democracia participativa en la que tiene que expresarse la denuncia y el reclamo; pero también que en ese encuentro de empatía entre las mujeres se promuevan lazos de cooperación. Abrazar a esas mujeres en su lucha requiere un acuerdo convivencial de fraternidad para que la libertad sea posible sin dominaciones de ningún tipo.

 

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