AGENDA PÚBLICA - FEBRERO

Salud Mental

Cada mes apoyamos y difundimos temáticas vinculadas a la Agenda Pública. A través de su difusión, desde Fundación COLSECOR buscamos visibilizar e incentivar la participación ciudadana respecto a temas que consideramos relevantes.

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Desde diferentes organismos (la OMS, la OCDE, UNICEF, la OPS, entre otros) han encendido la alarma ante una necesidad global: invertir en la salud mental de la población. Es que las secuelas de la pandemia por Covid-19 han puesto en la superficie un severo deterioro de nuestro bienestar emocional: desde el aumento de las depresiones, por ejemplo, entre adolescentes, al incremento de síntomas de ansiedad o el síndrome burnout; por mencionar algunos de los trastornos mentales previos a la crisis sanitaria mundial pero profundizados desde el 2020.

La OMS define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”.  De allí la importancia de invertir en estrategias y modos de reducir las secuelas de los trastornos mentales. Muchos gobiernos han empezado a tomar cartas en el asunto: se trata de prevenir o atenuar un escenario que ya tiene etiqueta entre los especialistas: la mala salud mental es la nueva pandemia.

La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión, según datos de la OMS. Afecta más a las mujeres que a los hombres y es una enfermedad cada vez más prematura: la mitad de todos los trastornos de salud mental en la edad adulta comienzan antes de los 14 años, pero en la mayoría de los casos no son detectados ni tratados.

En ese punto, tendrá un capítulo especial la afectación a la salud mental en una generación de niños, niñas y adolescentes, una de las máximas preocupaciones de UNICEF. Según el Estado Mundial de la Infancia 2021, la incertidumbre, la soledad y la tristeza fueron las emociones más intensas que se apoderaron de la vida de muchos millones de niños, jóvenes y familias. “Los niños y la gente joven podrían seguir sufriendo los efectos de la COVID-19 sobre su salud mental y su bienestar durante los próximos años”, advierte el informe.

Se calcula que más del 13% de los adolescentes de 10 a 19 años padecen un trastorno mental diagnosticado, según la definición de la Organización Mundial de la Salud. Esto representa 86 millones de adolescentes de 15 a 19 años y 80 millones de adolescentes de 10 a 14 años. La ansiedad y la depresión representan alrededor del 40% de estos trastornos de salud mental diagnosticados.

Uno de los grandes obstáculos es que la salud mental está estigmatizada en una gran medida y no se comprende adecuadamente que es un estado positivo de bienestar y una base que permite a los niños y jóvenes construir su futuro. Como consecuencia, la inversión pública es insignificante en gran parte del planeta: según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el gasto público promedio en salud mental en toda la región es de apenas un 2% del presupuesto de salud, y más del 60% de este dinero se destina a hospitales psiquiátricos.

En Argentina, La Ley Nacional de Salud Mental, sancionada en 2010, establece que el Poder Ejecutivo debe destinar el 10% del gasto total de Salud. Desde la sanción de la ley, en el país no se cumple con ese mínimo presupuestario establecido. Desde 2012, el presupuesto destinado a salud mental nunca superó el 3% y recién en el presupuesto del 2022, el propio presidente de la Nación Alberto Fernández y la ministra de salud, Carla Vizotti, lanzaron la Estrategia Federal de Abordaje Integral de la Salud Mental que, entre otras herramientas, permitirá duplicar el presupuesto para este año y cumplir con lo que dicta la norma. En lo específico a la salud mental de las juventudes, en diciembre del año pasado Nación lanzó “Diagnóstico Joven”, una herramienta para el abordaje integral de esa población. La última vez que el Estado Argentino había relevado información de este sector había sido en el 2014. 

Otra de las aristas de la salud mental se vincula con el desgaste laboral. Esa problemática será desarrollada en una de las notas complementarias de la agenda: el síndrome de burnout (agotamiento emocional, despersonalización o deshumanización y falta de realización personal en el trabajo), cuya prevalencia se ha ido incrementando y que ha venido a constituirse en un problema social y de salud pública que conlleva, por lo tanto, un gran costo económico y social para los países. Desde 2019 que la OMS reconoce a este síndrome como una enfermedad y lo incluye así entre los principales problemas de salud mental y en la antesala de muchas de las patologías psíquicas derivadas de un escaso control y de la carencia de una prevención primaria de este síndrome. 

El objetivo de la agenda pública “Salud Mental” será brindar información relevante y herramientas para su identificación como problema de salud pública, además de fomentar el debate sobre una mayor concientización sobre los trastornos de salud mental, especialmente entre los sectores más desprotegidos. Se parte de la idea de que des-estigmatizar e invertir en salud mental es clave para una mejor calidad de salud en general de la población y para reducir posteriormente costos en atención.

Invitamos a leer el abordaje que  Redacción Mayo realiza este mes, visitar su sitio web y seguirlo en redes sociales.

https://www.redaccionmayo.com.ar/convivencias/la-salud-mental-bien-publico-asediado-tabues-desatencion-n12285

https://www.redaccionmayo.com.ar/investigaciones/cuando-trabajo-desgasta-salud-fisica-emocional-n12315

https://www.redaccionmayo.com.ar/convivencias/adolescentes-salud-mental-crece-consumo-psicofarmacos-diagnostico-tratamiento-ni-seguimiento-n12309

 

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