Agenda Pública - Octubre

Democracia y Ciudadanía: 7 debates para la reflexión

Desde 1983 nuestro país ha tenido elecciones regulares y un sistema político plural y participativo, pero la democracia no es solo un sistema de gobierno, sino también una forma de vida. ¿En qué escenarios de lo cotidiano nos afecta?

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Democracia y Ciudadanía: 7 debates para la reflexión

Desde 1983 nuestro país ha tenido elecciones regulares y un sistema político plural y participativo, pero la democracia no es solo un sistema de gobierno, sino también una forma de vida. ¿En qué escenarios de lo cotidiano nos afecta?

 

El próximo 10 de diciembre se cumplirán 40 años de la vuelta a la democracia, tras la última dictadura cívico-militar. El aniversario transcurre en una atmósfera compleja a nivel político, económico y social, y en un clima emergente de discursos de odio y negacionismo, encabezado, incluso, por quienes son candidatos a cargos electivos. Por todo eso, se vuelve necesario reabrir cuestiones centrales en torno a democracia y ciudadanía, que aquí presentamos en siete debates para la reflexión. 

A nivel mundial hay tendencias políticas de derecha extrema y sectores de poder económico con intereses que no podrían desarrollarse y consolidarse si no fuese a costa de la convivencia democrática. Ese ambiente tiene eco en la región y, en particular, en nuestro país, y lo que está en riesgo no es menor: son los acuerdos consolidados socialmente y de ejercicio de la ciudadanía, que se construyeron a partir de la lucha por los derechos humanos y los derechos sociales y políticos, y en los que participaron no solo las decisiones de gobiernos, sino la sociedad civil: movimientos sociales, sindicatos, cooperativas, sectores educativos, agrupaciones juveniles, movimientos feministas, entre otros. 

La cuestión de la democracia nos interpela como integración cooperativa y, en ese sentido, desde la Fundación COLSECOR proponemos una agenda pública que invite a la reflexión crítica sobre los riesgos que tenemos como ciudadanía cuando la propuesta es “democracia controlada o restringida”; cuando se quiere eliminar y no ampliar derechos; cuando se erosionan, desde el discurso y la praxis, valores inherentes a ese pacto democrático cuando Raúl Alfonsín asumió como presidente de la Nación, hace casi 40 años.

Como sostiene Pepe Mujica: “Luchar por la democracia, aunque sea injusta y esté llena de desigualdades, vale la pena”. Desde 1983 nuestro país ha tenido elecciones regulares y un sistema político plural y participativo, pero la democracia no es solo un sistema político, o de gobierno, sino también una forma de vida y bajo esa premisa queremos reflexionar sobre los siguientes siete puntos.

 

            1. Conquista de derechos

Fortalecer la democracia es dotar de más derechos, no quitarlos y, en mayor o menor medida, en el transcurrir de los gobiernos elegidos, desde 1983, hubo una ampliación de derechos en Argentina, no solo en términos de ejercicio de la ciudadanía política y derechos humanos; se conquistaron derechos con impacto en el día a día, que se tornan necesario proteger.

Vale mencionar y recordar algunas de esas conquistas, que hoy pueden resultarnos corriente, pero eran impensadas antes de la vuelta a la democracia: en 1985, por ejemplo, se sancionó la Igualdad ante la ley de hijos e hijas extramatrimoniales y patria potestad (Ley 23.264), dos años después llegaría una normativa que fue polémica en su momento, sobre todo por el rechazo de sectores de la Iglesia: la Ley 23.515 de Divorcio vincular. En 1991 se votó una norma que abrió el debate sobre el acceso de las mujeres al sistema político argentino (Ley 24.012 de Cupo femenino). En 2006 se aprobó la Ley 26.150, el Programa Nacional de Educación sexual integral (ESI); en 2008, se votó el Sistema Integrado Previsional Argentino (Ley 26.425), que dio lugar a que los aportes de los trabajadores vayan a un fondo común -solidario- para el pago de las jubilaciones. En el año 2009 se sanciono la Ley 26.485, de Protección Integral a las Mujeres para erradicar la violencia de género en todas sus dimensiones. Un año más tarde se votó la Ley de Matrimonio Igualitario (Ley 26.618); en 2012, la Ley de Identidad de Género (Ley 26.743); en 2016 la Ley de acceso a la información pública y en 2020, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (27.610), una demanda histórica de diversos movimientos feministas.

 

            2. Memoria social

¿Memoria para qué? Si hay algo que nos han enseñado los organismos de derechos humanos y diversos espacios sociales y políticos en estos 40 años es que la lucha por la convivencia democrática implica la memoria activa y colectiva. Y un claro ejemplo de ello fue la movilización histórica en contra del 2x1 en el año 2017. La presión popular, materializada en una multitudinaria marcha hacia Plaza de Mayo, logró frenar que la Corte Suprema bajara las penas a los genocidas. El repudio, además de masivo, se caracterizó por haber sido diverso y heterogéneo en sus procedencias político-partidarias, sociales y generacionales. Se marchó bajo la consigna del Nunca Más y en defensa de los juicios de lesa humanidad, principios centrales de nuestra democracia.

Los reconocimientos por proteger los espacios de memoria tarde o temprano llegan: la UNESCO acaba de declarar patrimonio de la humanidad a la Ex ESMA[1]. La Escuela de Mecánica de la Armada ingresó a una lista de sitios de la memoria en los que también están incluidos el Campo de Concentración Nazi Auschwitz, en Polonia, y el Memorial de la Paz de Hiroshima, en Japón, entre otros lugares que recuerdan a víctimas de crímenes de lesa humanidad. 

La visita reciente de la científica estadounidense, Mary-Claire King[2], también se encuadra en esta búsqueda de mantener viva la memoria social sobre derechos humanos. King es la especialista que desarrolló el “índice de abuelidad” que permite, desde el año 1984, identificar genéticamente a los nietos apropiados durante la última dictadura. Fue la única genetista que se atrevió a desarrollar a pedido de las Abuelas el cálculo estadístico que, a partir de material genético, posibilita conocer con un 99,9% de certeza el parentesco entre nietos y abuelos, sin tener datos de los padres. La científica estuvo de visita en el Parque de la Memoria[3], con motivo de los 40 años de democracia, después de 30 años sin pisar suelo argentino. Todo ello se logra cuando se hace de la memoria una política de estado.

 

            3. Participación ciudadana 

Según los datos aportados por la última Medición de Calidad de Vida, de la Fundación COLSECOR, aumentó significativamente la participación ciudadana en las instituciones. Así, de las 13 opciones presentadas, los clubes o entidades deportivas concentraron la mayor cantidad de respuestas (32,8%), seguidos de los partidos u organizaciones políticas con el 27,2% y las asociaciones escolares o de padres con el 26,5%. El informe completo con los comportamientos y la evolución en los cuatro años de encuesta se puede encontrar aquí[4].

Muchas veces hablar de democracia y participación ciudadana se reduce a diseños institucionales, a la formalidad que implica participar de elecciones cada cierto periodo de tiempo. La democracia participativa no se reduce a lo electoral y político. Participar en las escuelas, en los clubes del barrio, en las cooperativas y organizaciones territoriales brinda herramientas para la defensa de los sectores más desfavorecidos, en contextos donde el riesgo es el retiro del Estado. 

             

            4. Democracia y Educación

La educación fue uno de los lugares que la dictadura eligió para golpear a la sociedad. Desde qué historias contar, qué temas prohibir y a quienes perseguir, todo lo que implicaba educación pasó por el filtro y la crueldad de la Junta Militar. Basta con recordar la Noche de los Lápices, aquel 16 de septiembre de 1976, donde se recuera el secuestro y desaparición de diez jóvenes estudiantes del nivel secundario de la ciudad La Plata, cuyo reclamo más recordado fue el boleto estudiantil, pero la lucha de fondo era más ambiciosa: la participación y el derecho a organización que tienen los y las estudiantes[5].

No hay democracia plena sin el acceso a la educación. Y para que ese acceso sea equitativo y universal es necesario sostener la calidad educativa pública, obligatoria y gratuita, desde el nivel inicial al universitario. Las posturas de algunos candidatos que impulsan un sistema de “vouchers y cheques educativos”, no busca más que eliminar un derecho conquistado desde hace décadas. De hecho, el año que viene se cumplirán 75 años de la sanción de gratuidad universitaria en Argentina, uno de los logros más importantes en materia educativa en nuestro país. 

Por otro lado, ciertos sectores políticos y religiosos batallan contra la Educación Sexual Integral (ESI), sancionada en 2006. Motivados por un clima de intolerancia y de discursos de odio, que son, además de falsos, peligrosos. Incluso, en algunas ciudades han pasado del discurso a la praxis, como la vandalización sistemática que hubo en algunas escuelas y jardines maternales con leyendas en contra de las ESI. Distintos estudios demuestran que la implementación de esta política nacional ayudó a estudiantes, por ejemplo, en que puedan reconocer delitos de abuso sexual.

Vale destacar aquí que, en la cuarta edición de la Medición de Calidad de Vida, se consultó sobre la satisfacción en la educación en los niveles obligatorios de la localidad donde se habita. Si bien los datos, en promedio, arrojaron una baja en la percepción positiva en torno a la oferta respecto a años anteriores, los puntos a destacar son, por un lado, una mayor satisfacción en pueblos más pequeños más que en las grandes ciudades y, por otro, que el sector de jóvenes (en la franja de 16 a 24) es el que más valoración le adjudicó a la educación: el 62,5% dijo estar algo o muy satisfecho con la calidad educativa en Argentina. 

 

            5. Ciencia, Salud y debate climático

Es esencial defender las políticas públicas en torno a la ciencia, la salud y el cuidado del ambiente, especialmente en contextos como el actual, cuando sectores más radicalizados proponen desde eliminar instituciones prestigiosas como CONICET a retirar presupuesto de los hospitales; generar competencia entre el sistema público y privado, hacer que los y las ciudadanas accedan a la salud en función de sus posibilidades económicas, des-jerarquizar nuevamente el ministerio de salud (por ejemplo, al reducirlo a una secretaría. Promesas que de llegar a concretarse sólo ampliarán aún más las brechas sociales y las desigualdades. Debate similar se da con la crisis climática. Negar que en la actualidad ya sufrimos los impactos, las pérdidas y los daños del cambio climático es necio y peligroso, cuando el calentamiento global es un hecho del que existe un sólido consenso científico. De no atenderse esta dimensión, promoviendo políticas que contrarresten o atenúen el impacto, habrá consecuencias graves, sobre todo en los sectores más vulnerables de la sociedad. 

 “Hoy, el peor problema que enfrenta nuestra humanidad es la incapacidad política de tomar decisiones para tratar de equilibrar el planeta. No existe drama mayor que este” (Pepe Mujica, julio 2023)

 

            6.Equidad social 

Reducir la pobreza es fortalecer la democracia. En tanto una parte importante de la población no pueda acceder a bienes y servicios que hacen al desarrollo humano, es posible que se debiliten los tensores que sostienen una sociedad democrática. Para ello, ampliar derechos, impulsar el crecimiento equitativo, contribuir al bienestar colectivo, es clave en la lucha contra las desigualdades. 

La agenda sobre inequidades sociales es parte de las preocupaciones y los retos del cooperativismo[6]Graciela Fernández Quintas, presidenta de Cooperativas de las Américas, sostiene que “ante la creciente desigualdad social y las señales de intolerancia y desprecio que atentan contra la democracia global, se hace imperante promover al sector cooperativo como un mejor modelo económico, social y sostenible”. 

 

            7.Solidaridad

Valores inherentes a la democracia son la tolerancia y la igualdad. Ninguno podría materializarse si no es a partir de tener empatía con el otro/a, base para la convivencia democrática. Un dato que sobresale de la cuarta Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades de Argentina, es el lugar que ocupar el tópico de la solidaridad: a diferencia de los años previos, la mayoría la ubicó como valor más importante, por delante de la libertad y el orden.

Desde las ciencias sociales, hoy se entiende que la solidaridad constituye un eje medular de una cultura favorable al desarrollo. Desde COLSECOR, no sólo compartimos esa premisa, sino que es parte de nuestros objetivos como Fundación: estrechar los vínculos de solidaridad y cooperación con las diferentes comunidades. 


 

[1] https://elpais.com/argentina/2023-09-23/el-mayor-centro-de-torturas-de-la-dictadura-argentina-mira-al-futuro.html

 

[2] https://www.telam.com.ar/notas/202309/641064-cientifica-estadounidense-abuelas-encontrar-nietos.html

 

[3] https://parquedelamemoria.org.ar/

 

[4] https://www.fundacioncolsecor.org.ar/informes/subio-significativamente-participacion-instituciones-n12729

 

[5] https://www.fundacioncolsecor.org.ar/novedades/pensar-juventudes-n12742

 

[6] https://www.fundacioncolsecor.org.ar/novedades/pobreza-desigualdades-n12165

 

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